martes, 16 de agosto de 2011

DE METEORA A DUBROBNIK PASANDO POR ALBANIA!

Objetivo Dubrobnik! 
Eso lo teníamos claro, lo que no teníamos tan claro era la ruta a seguir. Tras visitar algunos blogs decidimos dirigirnos a la República de Maceonia para visitar algunos lugares que parecían interesantes, y entre ellos el que más chulo parecía era el lago Ohrid.
Nuestra primera sorpresa fue que al llegar a la frontera de Macedonia la policía no nos dejó pasar porque no llevabamos la tarjeta verde impresa en el papel verde de rigor. La documentación era legal,  pero ... no era VERDE, así que pretendían que pagáramos un seguro privado de unos 60 euros a lo que nos negamos en redondo. Hablamos con la compañía de seguros por teléfono y nos dijeron que la documentación que teníamos era legal a pesar de no ser verde y el chico conel que hablamos nos sugirió que buscáramos un papel verde y lo imprimiéramos en él!! Esto hacía bueno el refrán de "A grandes males, grandes remedios". La idea parecía buena, pero resultó ser sábado a las tres de la tarde y por más que intentamos encontrar el dichoso papel verde fue misión imposible.
Enseguida pasamos al plan B. La frontera con Albania estaba a escasos 40 kilómetros, así que decidimos probar suerte. Y efectivamente la encontramos, pasamos la frontera sin dificultad y sin pagar niun duro por la cara. Nuestro GPS desvariaba porque para él en Albania solo había una carretera y estaba muy lejos de aquel punto, así que al no haber señales tuvimos que preguntar a los paisanos y allí era muy dificil comunicarse.
Enseguida nos dimos cuenta de que por allí no nos ibamos a perder, así que encuanto nos centramos nos pusimos a hacer kilómetros.Sobre las 5 y pico de la tarde llegamos a un pueblo a orillas del Lago Ohrid y decidimos hacer noche allí. Ya que no pudimos ver la orilla macedonia al menos veriamos la orilla albanesa.
Hasta entonces no habíamos encontrado problemas de alojamiento en ningún lugar y desde luego no pensamos que los tendríamos en Albania, pero la verdad es que tardamos casi dos horas en encontrar un alojamiento decente. Era fin de semana y aquella zona a orillas del lago era un destino turístico. Después de preguntar en casi todos los sitios que encontramos y cuando ya estábamos a punto de pasar al plan B encontramos un pequeño hotel al lado del lago donde les quedaba una habitación cuadruple. Por supuesto, nos la quedamos y disfrutamos de una cena rica a orillas del lago viendo un atardecer precioso.
El día siguiente madrugamos porque desde allí teníamos unos 450 kilómetros por delante y sospechábamos que tardaríamos bastante. Lo que no imaginábamos era que ibamos a encontrar tantos kilómetros así.
El viaje resultó bastante pesado, pero especialmente los 60 kilómetros últimos antes de la frontera con Montenegro. Era peor que una pista, con unos socavones que daban miedo. Afortunadamente llegamos sin novedad aunque allí, de nuevo la policía se empeñó que la tarjeta verde tenía que ser verde y nos hicieron pagar 15 euros. Tan solo pasamos unas horas en el país y ya de noche llegamos a Croacia con la sensación de haber cumplido el objetivo.
Llevábamos unos años escuchando que Croacia era un destino muy popular y lo pudimos comprobar en propias carnes. Dubrobnik estaba abarrotado de día y de noche. Nosotros nos alojamos en el camping y pasamos allí un par de días disfrutando de la playa por la mañana ya que hacía mucho calor y por la tarde nos dedicamos a explorar la ciudad. 
Lo primero que llama la atención son sus imponentes murallas y cómo está la parte antigua de la ciudad en una  península.

 Las vistas son espectaculares desde practicamente todos los sitios. La zona del puerto está siempre muy animada y desde allí se ve parte de la ciudad nueva que se amontona en las laderas de las montañas que parecen empujar Dubrobnik hacia el mar.
Hay que decir que la costa croata es muy abrupta y en muchos casos los pueblos están practicamente encajonados entre la única carretera que discurre por la costa y el mar. También nos sorprendió que no tiene buenas playas ya que todas las que vimos nosotros son de piedra  e incluso algunas, como las de Slipt, son de cemento. Eso sí, tienen un mar de un color y con una temperatura maravillosa.




Como hemos dicho ya, Dubrobnik estaba a reventar y había toda clase de turistas y de todas las nacionalidades.
Nosotros intentamos evitar las multitudes por todos los medios. Llevabamos ytodo el verano sin aglomeraciones y se nos hizo un poco duro tener que hacernos sitio casi a codazos en ocasiones. Aunque fue dificil, conseguimos disfrutar de algunos momentos de paz y de rincones muy bonitos como este.
En el casco antiguo de Dubrobnik hay casas preciosas que se conservan de maravilla. Esto nos sorprendió muy gratamente, especialmente después de haber visto una exposición fotográfica sobre la guerra de los balcanes donde se veía la destrucción de la ciudad tras los numerosos bombardeos que se produjeron.
Podemos decir que apenas quedan rastros de la barbarie de la guerra. Aunque un conflicto de este tipo deja serias cicatrices en el interior de las personas que lo sufren, no queda ni rastro en la arquitectura de la ciudad.
Disfrutamos de un tiempo espléndido, de sus mercados ...
... de preciosos rincones ...

.. y a pesar de las hordas de turistas disfrutamos de la bella Dubrobnik.

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