Tras nuestro paso por el Valle de Cochamó y tras conversar con varios chilenos allí, decidimos que nuestra siguiente etapa sería Valdivia y sus alrededores. Nos encontramos con una ciudad alegre, llena de luz y sobre todo de turistas.
La parte más interesante de la ciudad está a orillas del rio Callecalle y sobre su paseo fluvial es donde se concentra la mayor actividad. Por la mañana visitamos el mercado de pescado, mercado al aire libre junto al río.
Por la tarde los numerosos turistas, en su mayoría nacionales, pasean junto al río. Allí además de disfrutar del aire libre, pasean en hidropedales o canoas, hacen pequeños cruceros por el río y consumen todo tipo de chucherías que allí se venden.
Otra de las atracciones de la zona es la cervecería Kunstmann y por supuesto allí nos fuimos a disfrutar de sus delicias culinarias bien regadas con una rica cerveza.
Hay que decir que es sumamente fácil desplazarse por la zona en transporte público y que éste tiene mucha frecuencia y es barato.
En autobús fuimos también a Niebla, una pequeña población en la desembocadura del río Valdivia, donde visitamos el antiguo fuerte.
Aprovechando nuestra visita a Niebla visitamos la fiesta costumbrista de la Caleta el Piojo. Las fiestas costumbristas son muy frecuentes en esta zona y la de Niebla es una de las más importantes.
Basicamente se trata de un conjunto de puestos de comida típica de la zona (empanadas, ceviches, asados, ...), de puestos de venta de artesanía y por supuesto de música popular.
Aunque esta vez no lo probamos, en una fiesta popular que se precie no podía faltar el curanto, un método de cocinar alimentos en el que se utilizan piedras calientes enterradas en un hoyo. Bajo esas hojas de nalca cocinan patatas, verduras y carne de res; básico pero sabroso.
Tras un breve paso por la "civilización" nos dirigimos al último parque que visitaremos: Parque Nacional de Conguillio".
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