jueves, 20 de mayo de 2010

LA LAGUNA DE QUILOTOA

Tras nuestro paso por Otavalo, decidimos visitar la Laguna de Quilotoa antes de regresar a Quito. El traslado, como de costumbre, lo hicimos en autobus local y resultó sencillo y muy barato. Eso sí, tuvimos que hacer varios trasbordos para poder llegar a la aldea de Zumbahua situada a unos 3800 metros sobre el nivel del mar.
Nuestra primera sorpresa fue descubrir que Zumbahua era mucho más pequeña de lo que esperábamos y lo que ya esperábamos era notar los efectos de la altura a pesar de que ya llevábamos bastante tiempo por encima de los 2000 metros de altitud.

Nada más llegar contactamos con Humberto, nuestro chofer particular y quedamos con él para que nos llevara a primera de la mañana del día siguiente a visitar la Laguna. Como podeis ver en las fotos la laguna era muy bonita y el paisaje del altiplano en los alrededores también.

Según dicen, tuvimos suerte, porque en ocasiones hay mucha niebla y no se puede ver el fondo de la laguna.

Desayunamos copiosamente en un lugar bastante modesto y el desayuno nos sentó de maravilla. Aprovechamos las energías renovadas para dar un buen paseo por el borde del crater, que está casi a 4000 metros sobre le nivel del mar.

Esta es la aldea de Quilotoa, realmente se trata tan solo de algunas casas de paisanos y sobre todo servicios de hostelería. Estos están proliferando ultimamente debido a que este lugar se encuentra en la ruta tutística de un determinado tipo de turista.

Disfrutamos de unas dos horas de paseo con nubes y claros y muy buena temperatura.

Esta es Isabel, una mujer muy simpática que nos invitó a visitar las pinturas que hacían ella y su marido. Charlamos con ella un rato y le compramos esa cuchara como recuerdo.

Cuando ya estabamos preparados para volver a Zumbahua, Humberto nos propuso acompañarle hasta Chugchillán porque quería aprovechar y llevar a una turista inglesa hasta alli. obviamente aprovechamos la oportunidad de visitar ese otros pueblo, pero sobre todo de ver algo más del altiplano ecuatoriano.

A mediodía volvimos en el coche con unos profesores rurales que iban a pasar unos días libres a su ciudad, Latacunga, y pudimos conversar con ellos sobre muchas cosas muy interesantes.
Nuestra última etapa discurrió ya en Quito y os lo contaremos en seguida.

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