Si
las primeras impresiones sirven de algo, las nuestras fueron
inmejorables. La llegada al aeropuerto internacional de Beijing (totalmente remodelado y renovado para los juegos olímpicos) nos
sorprendió, como también lo hizo el transporte lanzadera en tren
rápido que utilizamos para conectar con el metro y por un precio
baratísimo.
Otra de las cosas que tambien nos sorprendió cuando llegamos a Pekín es el poco ruido que hay en la ciudad. Por un lado, no hay tanto tráfico como en nuestras ciudades y el que hay, es muy silencioso. De hecho, todas las motos que circulan, al menos por el centro, son eléctricas.
Otra de las cosas que tambien nos sorprendió cuando llegamos a Pekín es el poco ruido que hay en la ciudad. Por un lado, no hay tanto tráfico como en nuestras ciudades y el que hay, es muy silencioso. De hecho, todas las motos que circulan, al menos por el centro, son eléctricas.
El
primer problema al que nos enfrentamos es el idioma y lo
experimentamos nada más llegar al alojamiento. Tuvimos un problema
con nuestra reserva y te das cuenta de que hasta que alguien no te
“adopta”, es decir, no se acerca con la intención de traducirte
al inglés, te sientes totalmente desamparado. Con el tiempo, vas
desarrollando distintas estrategias para sobrevivir, pero la mayoría
de las situaciones delicadas las hemos solucionado gracias a la buena
voluntad de la gente que ha hecho todo lo posible por ayudarnos, y
también gracias a la ayuda de los teléfonos móviles y sus
traductores.
Otra de las cosas que nos llamó la atención es el turismo nacional chino masivo que se mueve, al menos por casi todos los lugares que nosotros hemos visitado. Por supuesto que uno ya sabe que hay muchos chinos, pero la verdad es que no esperábamos encontrar tantos turistas chinos en nuestro camino y quizá por eso, nuestra visita a la Ciudad Prohibida fue una prueba de fuego. Allí encontramos miles de turistas que realizaban la visita siguiendo la bandera de su guía. Además, la mayoría de los grupos llevaban algún tipo de distintivo, como por ejemplo una visera del mismo color. Había viseras de muchos colores!!! Por si eso fuera poco, los integrantes de los diferentes grupos hacían (logicamente) todo lo posible por no perder de vista a su grupo y para ello se empleaban a fondo empujando a quien se pusiera en su camino!! Toda una experiencia en nuestro primer día en Pekín.
Otra de las cosas que nos llamó la atención es el turismo nacional chino masivo que se mueve, al menos por casi todos los lugares que nosotros hemos visitado. Por supuesto que uno ya sabe que hay muchos chinos, pero la verdad es que no esperábamos encontrar tantos turistas chinos en nuestro camino y quizá por eso, nuestra visita a la Ciudad Prohibida fue una prueba de fuego. Allí encontramos miles de turistas que realizaban la visita siguiendo la bandera de su guía. Además, la mayoría de los grupos llevaban algún tipo de distintivo, como por ejemplo una visera del mismo color. Había viseras de muchos colores!!! Por si eso fuera poco, los integrantes de los diferentes grupos hacían (logicamente) todo lo posible por no perder de vista a su grupo y para ello se empleaban a fondo empujando a quien se pusiera en su camino!! Toda una experiencia en nuestro primer día en Pekín.
Dedicamos
buena parte del día a deambular por la ciudad prohibida y hay que
decir que lo disfrutamos de lo lindo, a pesar de la multitud. Sin ninguna
duda, una visita imprescindible.
Otro
imperdible es la visita a la muralla. Aunque hay diferentes lugares
con acceso a la muralla, nosotros optamos por Badalin, seguramente el
punto de acceso mas visitado. Se encuentra como a una hora en
autobus y pagamos el módico precio 1 euro. De nuevo viajamos
rodeados de turistas chinos y en ocasiones era casi imposible
sacarnos una foto donde se nos distinguiera entre tanta gente.
Así y todo hicimos un recorrido por la muralla de unos seis kilómetros y para ser fieles a la verdad, también disfrutamos de momentos de tranquilidad.
El
Templo del Cielo se encuentra cerca del centro de la ciudad y
dedicamos toda una mañana a explorarlo. Sin duda, lo mas
espectacular es el gran edificio circular con tejado azul que domina
el recinto. Todo ello rodeado de diversos pabellones y edificios
situados entre bellos jardines. Si dejamos de lado lo puramente
monumental, lo que nos llamó la atención es la cantidad de personas
de edad que estaban allí haciendo ejercicio físico. Algunos tan
solo ejercitaban los músculos en esas máquinas a las que estamos
acostumbrados a ver en los parques de nuestras ciudades, otros hacían
tai-chi, otros bailaban y algunos eran casi acróbatas.
Al Palacio de verano dedicamos practicamente un día entero. Diversos edificios, jardines, pagodas, templos en activo y como no!! rodeados de grupos de turistas!!
Además
de estas grandes atracciones, pudimos disfrutar de mercados
callejeros donde se vende todo tipo de comida o recuerdos varios y el Parque Olímpico entre otros lugares de interés.
Aunque solo empleamos cinco días a explorar la ciudad, bien podríamos habernos quedado un par de días más para conocer otras zonas de Beijing pero teníamos ganas de empezar a recorrer este gran país, así que nos pusimos en marcha rumbo al norte, a una ciudad llamada Chengdé.